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detras de la fachada

A mí me pasa. Cuando veo un momento solemne, cuando hay algo que me arranca lágrimas. Cuando veo una propaganda. Cuando alguien da un discurso. Cuando es un acto público o televisivo.Cuando leo algo. Siempre pienso que cuanto lo ensayaron, en que quienes lo dicen no lo hicieron. Que todo es fruto de la concepción del márketing. "No, mejor pongámoslo así", "no, esta frase no les va a gustar a los del segmento Y o X", "Pongamos énfasis en la diversidad de usuarios", "Mejor pon esta foto: hay gente de todos los colores", "retoca los dientes del hombre de gris, que se vean blancos, ok?".
O sea, el mensaje está architrabajado, retocado y cuidado al cansancio para que pase, para que venda para que parezca que es para mí, o para tí. Por eso cuando leo cosas sinceras me siento bien. Pienso que en el peor de los casos, lo mejor de la espontaneidad es que es fruto de gente tan pero tan profesional (cuando no el mensaje no es realmente auténtico) que me lo creo.

As usual, sigo frustrada con un cierto modelo de cámara fotográfica. Fue un error fatal comprarla. Mi hijo se acerca a ver que escribe su madre. Qué bueno que aún no sabe leer. Y yo sí creo en Papá Noel.

Eso fue todo por hoy.

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Lo que tu blog dice sobre tí

Cuando se habla acerca de blogs yo digo que tengo uno. No me da verguenza. He notado que la gente se muestra discreta, a lo mucho quieren saber si escribo sobre cocina o decoración. "Sobre crianza de niños" digo, como que la gente se tranquiliza. A nadie le importa eso. Si yo conociera al alguien que escribe un blog yo sí trataría de saber más sobre "ese" blog. Al fin y al cabo sabría sobre "esa"persona mucho más de lo que ella o él imaginaría. Mucho más.
Qué post más estúpido (el anterior). Hay gente que no debería tener acceso ni a computadoras ni a escribir blogs. Estoy hablando de mí.