Gracias Dios todopoderoso y eterno por habernos dado un día de sol y cielo azul. Antes cuando vivía en mi soleado y subdesarrollado país pensaba que era normal que la gente se interesara realmente en mí y tener sol todos los días. Cuando me mudé a este país hermoso, sofisticado, glamoroso y desarrollado descubrí que lo corriente aquí era extraordinario allá y que lo que daba por sentado allí es un acontecimiento acá.
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