Vic y yo estábamos convencidas de que mi vida era realmente miserable. Ella me decía con su clásico tono de voz tranquilizador que sí, que me entendía, que seguramente mi vida era horrible, yo me sentía al fin comprendida.Vic, ella, se sentía vencedora y al mismo tiempo indulgente, generosa. No había nada peor que ser una ama de casa sin ningún reconocimiento, sin vida social, sin colegas, sin carrera ascendente, peor, sin carrera, sin amor. Un estropajo, una piltrafa, así me sentía.Yo, en un momento dije que las cosas podían cambiar.Vic, dijo complaciente: "Sí, claro que pueden cambiar, no hay que perder la esperanza".
Extraído de "Ama de casa desesperada".
Cuando leía en la casa de mis padres la revista Buenhogar que era la versión en español de Good housekeeping, no imaginaba que esa vida iba a ser un día la mía y que la iba a odiar.
Extraído de "Ama de casa desesperada".
Cuando leía en la casa de mis padres la revista Buenhogar que era la versión en español de Good housekeeping, no imaginaba que esa vida iba a ser un día la mía y que la iba a odiar.